La ley de los canallas
por Serge Halimi
por Serge Halimi
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En el escándalo financiero en torno a la fijación fraudulenta de
una tasa interbancaria británica –la London Interbank Offered Rate (Libor)–,
resulta difícil identificar al policía corrupto, al ser tantos los aspirantes a
ese papel. Cada día, una veintena de grandes instituciones financieras
(Barclays, Deutsche Bank, HSBC, Bank of America, etc.) fijan el nivel de la
Libor, que sirve de referencia para transacciones por un monto total
equivalente a 800 billones de dólares (no, no es un error de tipeo),
particularmente en el mercado de los productos derivados (1). Las sumas en
cuestión son hasta tal punto siderales que incitan a la prensa no especializada
en temas financieros a concentrar su atención en pequeñeces, pero de escala
humana: padres que cobran asignaciones familiares sin que se verifique la
asistencia de sus hijos a la escuela, empleados griegos que complementan sus
magros ingresos trabajando al negro. Despotriquemos contra ellos; la ira de los
gobernantes y del Banco Central Europeo les está reservada.
Aunque la manipulación de la Libor pueda parecer complicada, es
tan ilustrativa como la escena de Casablanca. Preocupados por mejorar su estado
de salud con el fin de obtener fondos a bajo costo, los grandes bancos, cuya
palabra daba fe, redujeron durante años la tasa a la cual tomaban préstamos.
Dicha tasa declarada determinó luego la de la Libor y, por ende, la de sus
futuros préstamos... “Físicamente enfermo” ante el “descubrimiento” de que su
banco había cometido fraude, el director del Barclays renunció el 3 de julio.
El presidente del Banco de Inglaterra también pretende haber tomado
conocimiento hace apenas unas semanas de la estafa en cuestión (2).
¿“Sorprendido, realmente sorprendido de descubrir” el engaño?
Seguramente, el Barclays y el Banco de Inglaterra no leen la prensa financiera.
Ya que, el 16 de abril de 2008, The Wall Street Journal publicó un artículo
titulado: “Los banqueros cuestionan una tasa clave”. Primer párrafo: “Uno de
los barómetros más importantes de la salud del mundo financiero podría enviar
señales falsas”...
Así, nuestro mundo está plagado de datos arbitrarios o
adulterados (Libor, “regla de oro”, nivel de deuda o déficits públicos que no
deben superarse...) en nombre de los cuales se martiriza a pueblos enteros,
como en España (léase el texto de Luis Sepúlveda, página 16). Quienes infligen
estos castigos con la mayor crueldad conservan su halo de respeto, ya sea que
presidan un banco central o una agencia de calificación. Cuatro años después
del estallido de una de las mayores crisi
financieras de la historia, la cuestión de su utilidad social ha
quedado sin embargo resuelta.
1. Léase Ibrahim Warde, “La dérive des nouveaux produits
financiers”, Le Monde diplomatique, París, julio de 1994. 2. Cf. “Missteps on Libor Doomed Top Executives at
Barclays”, The Wall Street Journal, Nueva York, 15-7-12.
*Director de Le Monde diplomatique. Traducción: Gustavo Recalde
Edición impresa del mes de agosto 2012
Todos los dìas somos espectadores, con una mezcla de horror
y estupor, de la larga agonìa a que somete el “neoliberalismo” a paìses de
Europa que antes fueron parte de la gran Uniòn Europea.
Grecia, Irlanda, Italia y España –entre otros- se debaten
entre la desesperación por no llevar a la debacle a su paìs, con la
consiguiente desesperación y orfandad de millones de personas, y la necesidad
de pagar a los Organismos Financieros Internacionales su “hipotètica” deuda.
Una y mil teorìas se despliegan ante nuestros ojos azorados sobre las “causas”
que llevaron a tal debacle. Pero la realidad empieza a aparecer cada vez con
màs fuerzas, a pesar de la habilidad con que todavía intentan ocultarla la
“Troika” y los Organismos Financieros còmplices (incluidos Bancos por
supuesto). Las “señales falsas” que emitiò la manipulación del Libor arrojan un
nùmero que deja pasmado hasta al màs desinformado sobre la realidad de las
“deudas” europeas.
La nota es corta, el manejo de quienes urdieron la trama es
simple y sencillo: las consecuencias son de una dimensiòn humana que no tiene
parangòn màs que el de una Guerra Mundial.
Hasta cuando el mundo va a permitir que esto siga, que
España caiga junto a Grecia, Irlanda e Italia? Cuànto es el deber de TODAS LAS
PERSONAS de denunciar, publicar, hacer correr, esta horrible trama?
Cuando las Guerras Mundiales dieron comienzo, todas las
personas involucradas en las mismas (salvo un grupo de Poder) estaban
absolutamente ajenas sobre lo que estaba pasando. Y, cada uno en lo suyo, los
sorprendiò la Guerra con su muerte, destrucción y aniquilación.
Hoy los medios de Comunicaciòn son numerosos, ràpidos,
abiertos a todo tipo de pùblico, y sòlo exigen poner un rato de atención.
Hoy las personas no podemos decir que “no nos dimos cuenta”,
que “no sabìamos”: informarse es “querer informarse”.
Lo que ocurre mientras la vida “transcurre” es de un peso
terrible para la humanidad entera: Señores, estos “estafadores del mundo” deben
ser acusados, enjuiciados y condenados como delincuentes que son y la
responsabilidad la tenemos, de alguna manera, todas las personas que habitamos
el mundo.
Por el mundo futuro, por el paìs
que habitamos, por nuestra comunidad, nuestra familia y por el futuro de
nuestros hijos y nietos: NO NOS CALLEMOS. Miremos lo que estàn haciendo y
unamos nuestras voces contra este horroroso crimen que bien podrìa llamarse de
“lesa humanidad”.
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