viernes, 8 de febrero de 2013

La inflación y el cepo al dólar




Hay inflación? Tiene relación con los controles sobre la venta de divisas?

En los medios sobran las opiniones más o menos autorizadas (¿interesadas?) que cuestionan la inflación como producto de la “emisión incontrolada” y del “excesivo gasto público”.
Paralelamente, hay sectores que especulan con el dólar paralelo o blue para forzar a que el gobierno modifique su política cambiaria y permita que la cotización oficial se acerque a la ilegal.

¿Por qué hay que administrar los dólares en poder del Banco Central? Básicamente por tres motivos, dos de índole claramente económica y uno de orden político.

Por un lado, hay que tener la disponibilidad de las divisas necesarias para afrontar compromisos de deuda. Una vez que se logró el canje y la correspondiente quita, la misma corriente política que logró poner en caja una deuda ilegítima, contraída por la dictadura del Proceso y profundizada durante el gobierno de Menem y su famoso 1 a 1, no puede darse el lujo de un nuevo default. Hay que cumplir los compromisos.

Por otro lado, es necesario contar con divisas para costear las importaciones, independientemente de las coyunturas en cuanto a su disponibilidad: en qué momentos se producen las exportaciones, y la correspondiente liquidación de divisas por parte de los exportadores. La balanza comercial global durante 2012 fue superavitaria (http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-212500-2013-01-24.html) pero la crisis internacional puede provocar que durante 2013 los montos exportados disminuyan, ya sea por volumen o por precio.

Por último, el nivel de reservas tiene un impacto en las expectativas, tanto externas como internas: para mantener algún grado de confianza en los acreedores externos como en las expectativas de inversión de los operadores internos.

Mucho se dijo también acerca del estricto control que ejerció el gobierno sobre las importaciones. Probablemente, en algunos contados rubros debe haber habido faltantes momentáneos, pero en conjunto, si se examinan las importaciones correspondientes a las cincuenta posiciones arancelarias (grupos de productos o servicios) más importantes (http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-6581-2013-02-07.html) se puede ver que predominan (en millones de dólares)
  • Combustibles y energía: 7582
  • Partes para automotores: 4146
  • Automóviles completos: 4016
  • Partes, mat. primas e insumos para la industria: 2813
  • Partes para celulares: 1438
  • Insumos y químico para el agro: 913
  • Camiones: 868
  • Aviones: 667
  • Medicamentos: 581
  • Tractores: 325
Como se ve, lo único que puede calificarse como suntuario, son los 4016 millones en autos terminados; pero esta erogación es vital en la relación con nuestro principal socio del Mercosur. Es de creer que solamente una fracción pequeña es extrazona.
Todos los demás rubros son imprescindibles para mantener la matriz energética, o la operatividad de la industria.

Por eso el extremo celo en mantener el stock de reservas. Por lo que hubo que cerrar la sangría de la libre compra de divisas para atesoramiento, que además de restar capacidad al Banco Central para solventar necesidades fundamentales, resulta en una salida neta de recursos: todo peso invertido en dólares es una fuga de capital, es riqueza que que no se gasta o invierte en el país.

Desde luego, hay una alternativa: tomar deuda. Pero una gran parte de esa deuda sería apropiada privadamente, a través del atesoramiento directo, o de las utilidades (nuevamente atesoradas) que se generan al volcarse esos fondos al circuito productivo, comercial y sobre todo financiero. Pero el peso del pago, como bien sabemos, recae en toda la sociedad.

Para los economistas neoliberales la inflación es producto, primordialmente, de una emisión monetaria que no guarda relación con las reservas y/o bien de su causa (según ellos mismos) más directa: el gasto estatal.

Hay un hecho cierto: ante una mayor capacidad adquisitiva de la población, en la puja intersectorial por apropiarse de ese nuevo excedente, cada actor sube sus precios (o táctica equivalente, la cuestión es maximizar ingreso y utilidad simultáneamente).
Además, la puja se da sobre todo en lo que desde la economía clásica se llaman los “bienes salario”, aquellos productos que consume la mayoría de la población.
Estamos hablando de capitales concentrados, tanto en una parte de la producción y comercialización primaria, como en la industrialización y luego en la comercialización minorista. Y la “canasta” de bienes salario está formada principalmente por alimentos y bebidas, con algún componente de indumentaria, equipamiento hogareño, esparcimiento, etc. Pero con un gran énfasis en el primero.

En la medida en que desde el estado se incrementa la asistencia a los más marginados y desde las políticas de empleo y estímulo a la producción industrial aumenta la ocupación, hay un incremento de la demanda. Y con fuerte énfasis en los “bienes salario” mencionados antes.
Hay también un incremento secundario de la demanda, orientado hacia bienes más suntuarios o durables: autos, alimentos, bebidas, indumentaria o esparcimiento más exclusivos, apoyado en una gama de pequeños o medianos comerciantes e industriales, profesionales, y toda la gama de prestadores de servicios que se suman a la competencia por la apropiación del excedente social. En general, estos actores están enrolados en lo que vagamente llamamos “clase media”.
Por la concentración de la comercialización minorista, los productos que conforman la compra de estos sectores medios también están bajo la férula de las grandes cadenas.

Es decir que una importante franja de población está sujeta a comprobar el fenómeno inflacionario. No vamos a discutir aquí quién más y quien menos, porque de todos modos las “canastas” que usó o usa el INDEC son necesariamente inexactas: en un mundo con una enorme diversificación del consumo, con un bombardeo propagandístico inusitado, los patrones de consumo pierden fronteras respecto de estratos sociales.

De lo que no cabe duda es que la inflación (cualquiera sea su “indice”) no obedece a las “causas neoliberales”; es producto del aumento del empleo y de la inclusión.

¿Qué relación hay entre el cepo cambiario y la escalada de precios?

Nosotros encontramos una: una parte importante de los grupos concentrados que hacen su negocio alrededor de los bienes salario tienen importante participación de capital trasnacional. O bien, sencillamente, están acostumbrados desde hace años a fugar utilidades, bajo un estricto esquema de dolarización aunque sea nominal de sus contabilidades.

Las dificultades que impuso el gobierno para la remisión de utilidades (otro de los segmentos importantes del mercado cambiario) justamente para defender reservas, hace que junto con la pelea por la participación en el mercado vía precios (ya que las cantidades que vende cada quien son más o menos inelásticas en el mediano plazo) se busque poder convertir tales utilidades en divisas sin mayor inconveniente ni obligaciones.

Para eso, se requiere torcerle el brazo al gobierno, hacer que “admita” que el tipo de cambio oficial no representa la productividad de la Argentina en relación con los otros países (1) y que es necesario adecuarlo a “las expectativas”... de los mismos interesados o sus intelectuales orgánicos.

El cepo, tanto en su versión de limitación a la compra irrestricta de divisas por particulares sin explicar el motivo y con prescindencia de su situación fiscal, como en su aspecto de “restricción a la libertad” es un gran aliciente para que el dólar ilegal alcance casi cualquier precio. Es arbitrario, solamente depende de unos pocos vendedores y compradores.

Ya se ven recomendaciones relativas a demorar las ventas de la cosecha, para intentar esperar la gran devaluación. También, claro, editoriales serios cuestionando la presión impositiva y recomendando achicar el gasto.

Todo esto está íntimamente relacionado. No es fácil divulgarlo.


Frente Kumpas Capital


  1. Una de las interpretaciones menos liberales del tipo de cambio, es en tanto medida de la productividad. ¿Tenés mucha? Tu moneda se cotiza bien. ¿No? No se cotiza tanto. Ahora, ¿contra qué país/es? Si mi país comercia con potencias algo atrasadas y muy adelantadas... ¿cuál es la media que debe tomar?




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