lunes, 30 de julio de 2012
Es posible controlar el comercio de armas?
Por Cira Rodríguez César*
La Habana (PL) Datos recientes de la organización no gubernamental (ONG) Oxfam indicaron que el comercio mundial de municiones asciende a cuatro mil 300 millones de dólares al año, con un crecimiento más rápido que la compra y venta de armas, y sin ningún tipo de regulación.
El texto, bajo el título Pare una bala, pare una guerra, añade que ese monto es equivalente a la fabricación de unos 12 mil millones de balas por año, suficientes para matar dos veces a cada habitante del planeta, mientras que el comercio de armas ligeras de fuego totaliza dos mil 680 millones de dólares.
Ante esos números preocupantes es más impresionante saber que la regulación para dicho comercio es nula (solo bajo las normas del dinero y el mercado) y mucho más que las negociaciones en el seno de las Naciones Unidas sobre un Tratado Internacional de Comercio de Armas se extenderían del 2 al 27 de julio.
Parece tiempo más que suficiente para que diplomáticos, dirigentes políticos y funcionarios de todo el mundo reunidos durante tantos días logren un documento efectivo, algo que por las ganancias de este rentable negocio parece poco probable.
La mencionada conferencia supone la culminación de un trabajo de más de 10 años por ONG de todo el mundo, a favor de una regulación que impida que éstas sean utilizadas para cometer o propiciar graves violaciones de derechos humanos o exacerben conflictos y frenen la lucha contra la pobreza.
Para ello, según analistas de Oxfam, Greenpeace y Fundación para la Paz, el acuerdo debe incluir la garantía de no autorizar transferencias de armas cuando exista un riesgo sustancial de que ponen en peligro la vida de las personas, ya que cerca del 60 por ciento de las violaciones y abusos documentados tienen que ver con el uso de armas.
Otro ejemplo ilustrativo para argumentar dicho convenio: los conflictos armados cuestan a África 18 mil millones de dólares al año, la misma cantidad que recibe en ayuda anualmente, según estadísticas de Oxfam.
Más reciente aún, 12 fallecidos dejó el asalto armado en un cine en Aurora, un suburbio de Denver, Estados Unidos, con un rifle de asalto usado por el presunto atacante durante el estreno de la última película de la saga de Batman.
De ahí el impacto positivo del Tratado para la vida de millones de personas en todo el mundo, especialmente en el caso de las mujeres y niños víctimas de violencia doméstica en todas sus manifestaciones, en la mayoría de las veces con presencia de armas de fuego.
La sociedad civil espera que sus representantes, envueltos en excesivos debates, tengan la suficiente capacidad para aprobar una regulación del comercio internacional de armas que proteja los derechos humanos.
NÚMEROS OCULTOS E INTENCIONES NO MUY CLARAS
El comercio mundial de armas convencionales aumentó el 24 por ciento en los últimos cinco años, entre 2007 y 2011, respecto al lustro anterior, de acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo.
Tan solo el pasado año se movieron 22 mil millones de dólares en un negocio que, según los expertos, está menos regulado que el comercio de banano.
Durante esa etapa Estados Unidos mantuvo su hegemonía mundial como principal exportador, mientras que India fue el país que más armamento compró en ese quinquenio, seguida por otros cuatro países asiáticos.
Apenas 34 Estados informaron sobre su exportación de armas desde 2006, de los cuales 28 mencionaron la venta de municiones.
Pero países como Estados Unidos, Siria o Egipto se manifestaron en contra de incluir las municiones en el texto del tratado que se negocia en la ONU, por lo que la encargada del control de armas de Oxfam, Anna Macdonald, afirmó que es absolutamente esencial contemplar la venta de balas, incluso mucho más regulada que la de armas.
"No hay control global sobre el flujo de municiones y no hay sistemas para rastrear el paradero de miles de millones de municiones. Esto debe cambiar", añadió.
Otros datos pocos difundidos reflejan que en 1990, el 78 por ciento de los estadounidenses favorecía un endurecimiento de las leyes con relación a la compra y tenencia de armas, pero en el 2010, con varias masacres y decenas de víctimas, ese grupo se redujo al 44 por ciento, según sondeos de la encuestadora Gallup.
Cabe destacar que en el 2004 la veda de armas de asalto expiró en Estados Unidos sin que sus promotores lograran una prórroga, mientras cada vez son más los estados que aflojan sus regulaciones para permitir que los ciudadanos lleven armas ocultas en lugares públicos o despenalizan el uso de fuerza letal en casos de autodefensa.
Una mina terrestre cuesta tres dólares, dinero suficiente para sufragar el desayuno de seis personas. Sin embargo, el gasto mundial en armamento no para de aumentar, ya que cada día se realizan transacciones comerciales de contenedores de armamento, responsables del 90 por ciento de las víctimas mortales en los conflictos armados actuales.
A ello se suma que la mitad de los países que tienen los presupuestos de defensa más altos son los que se encuentran al final de la cola en materia de desarrollo humano y social.
Sobre esa base varios estudios de organizaciones internacionales ponen de manifiesto que, con la cuarta parte de lo que se gasta en armamento en el mundo, se erradicaría la pobreza en 10 años.
Pero esa realidad no se tiene en cuenta por los que le ponen obstáculos al Tratado Internacional de Comercio de Armas, pues la mayor parte de ese movimiento mercantil es ilícito y sus ganancias ocultadas.
El objetivo no es prohibir la comercialización de armas, sino poner control sin politizar el asunto, porque el mundo vive momentos de constantes peligros bélicos, en medio de una grave crisis económica global con bolsas en rojo, países en quiebra y elevados precios de combustibles y alimentos.
La proliferación de armas y el abuso de su uso destruyen los medios de vida necesarios, aumentan la pobreza y dificultan el desarrollo de los pueblos.
De ahí que el Tratado exija a los gobiernos que regulen estrictamente la venta y transferencia de todas las armas, municiones y equipos conexos utilizados en operaciones militares y de seguridad interna, desde vehículos blindados a misiles, aviones, armas pequeñas, granadas y municiones.
Ahora toca esperar los resultados de los debates de la ONU que intentan aplicar el derecho internacional a las transacciones de armas, prohibir las prácticas corruptas y regular la actividad de los vendedores, aunque desde ahora se vislumbra que sólo se alcanzará un acuerdo bastante modesto.
La causa: hay mil 135 fabricantes de armas en 98 países, un gremio que se ha multiplicado por seis desde 1960 en un negocio muy rentable y que todavía no es afectado por la crisis global, pues ni los gobiernos ni otros actores han reducido sus compras.
*Periodista de la Redacción de Economía de Prensa Latina.
em/crc
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