domingo, 25 de noviembre de 2012

El Pentágono se muda a Chile y Perú

Los gobiernos de Ollanta Humala y Sebastián Piñera acaban de firmar significativos acuerdos de cooperación en defensa con los Estados Unidos. Oficialmente, en ambos casos, el Comando Sur norteamericano se comprometió a desembolsar medio millón de dólares para construir en Concón (Provincia de Valparaíso, Chile) un Centro de Entrenamiento para Personal de Operaciones de Paz y en la provincia nororiental de Piura un Centro de Operaciones de Emergencia Regional (Coer). Pero, de acuerdo a la denuncia de las organizaciones sociales y en concordancia con la línea histórica intervencionista de Washington en la región, los nombres ampulosos de ambas unidades operativas serían meros eufemismos para camuflar su identidad real como bases militares norteamericanas. Ana Esther Ceceña, reconocida investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, entiende que la actual estrategia comunicacional del Pentágono para no herir a las sociedades civiles locales se debe a que “ahora el estilo de intervención es distinto. Las bases militares son presentadas como centros de ayuda humanitaria, de atención a emergencias o de entrenamiento; lo que igual permite una interacción constante con las fuerzas locales, al mezclar personal policíaco y militar. Esto se asemeja mucho a una especie de Escuela de las Américas desagregada”. Según una investigación de la revista chilena Punto Final, los ejercicios de adiestramiento que se están ejecutando en Concón no obedecen al supuesto manual de acción para entrenar a cascos azules de la ONU. “La prensa chilena informó –pero luego omitió– la presencia en la instrucción de efectivos de las fuerzas especiales de Carabineros y de la Policía de Investigaciones, lo que causó indignación en organismos de derechos humanos y en parlamentarios. También, llamó la atención la apariencia de los civiles que “enfrentan” a los entrenadores: jóvenes con pañoletas palestinas o encapuchados”, advierte el colega Arnaldo Pérez Guerra en un artículo titulado “Escuela de represión urbana”. El caso peruano, si bien todavía la base no se estrenó porque recién comenzaron a diseñarse los planos de edificación del nuevo Coer, es importante porque el Pentágono está concretando el objetivo de asentarse militarmente sobre el Océano Pacífico –la vía marítima occidental es la principal ruta para el ingreso de cocaína a California–, una aspiración que estaba en pie desde el año 2009 cuando el gobierno de Rafael Correa expulsó a los marines norteamericanos de la base de Manta porque violaba la nueva Constitución aprobada durante su mandato. Además, el hecho pone en offside el supuesto antiamericanismo del presidente Humala ya que, incluso, el anterior jefe de Estado, Alan García, intentó firmar el acuerdo con el Comando Sur pero retrocedió ante la presión social. Ricardo Soberón, experto peruano en militarización y narcotráfico, explica a Miradas al Sur que: “La propuesta de Washington para trabajar una instalación que pudiera reemplazar a Manta viene desde el 2006. El tema estaba en estudios y fue cayendo porque fue creciendo la sensibilidad social con respecto a la apertura de fronteras e impunidad para los soldados norteamericanos. Igualmente, todos estos años se autorizaron pactos militares con el Pentágono, como el programa Nuevos Horizontes, el Halcón-Cóndor o el ingreso en el 2009 de 15 embarcaciones de la IV Flota norteamericana a los puertos de El Callao y Salaverry”.

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