El Presidente de Uruguay José Mujica, habló ante representantes de los 139 países presentes en la Cumbre de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20 en Río de Janeiro, Brasil.
Un auténtico discurso positivo y lo mejor de la cumbre.
“Autoridades presentes de todas la latitudes y organismos, muchas gracias.
Muchas gracias al pueblo de Brasil y a su Sra. presidenta, Dilma Rousseff.
Muchas gracias también, a la buena fe que han manifestado todos los oradores
que me precedieron.
Expresamos la íntima voluntad como
gobernantes de apoyar todos los acuerdos que, esta, nuestra pobre humanidad
pueda suscribir.
Sin embargo, permítasenos hacer algunas preguntas en voz alta. Toda la tarde se ha hablado del desarrollo
sustentable. De sacar las inmensas masas de la pobreza.
¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas?
¿El modelo de desarrollo y de consumo que queremos es el actual de las
sociedades ricas?
Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran
la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? Cuánto
oxígeno nos quedaría para poder respirar?
Más claro: ¿tiene el mundo los elementos materiales como para hacer posible que
7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de
despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso
posible?
¿O tendremos que darnos otro tipo de discusión?
Hemos creado esta civilización en la que hoy estamos: hija del mercado, hija de
la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero la economía de mercado ha creado
sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, cuya mirada
alcanza a todo el planeta. ¿Estamos
gobernando esta globalización o ella nos gobierna a nosotros?
¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una
economía que basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra
fraternidad?
No digo nada de esto para negar la importancia de este evento. Por el
contrario: el desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter
colosal y la gran crisis que tenemos no es ecológica, es política.
El hombre no gobierna hoy a las fuerzas que ha desatado, sino que las fuerzas
que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la vida.
No venimos al planeta para desarrollarnos
solamente, así, en general. Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida
es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida.
Esto es lo elemental.
Pero la vida se me va a escapar, trabajando y trabajando para consumir un
“plus” y la sociedad de consumo es el motor de esto. Porque, en definitiva, si
se paraliza el consumo, se detiene la economía, y si se detiene la economía,
aparece el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros. Pero ese hiper
consumo es el que está agrediendo al planeta.
Y tienen que generar ese hiper consumo, cosa de que las cosas duren poco,
porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica, entonces, no puede
durar más de 1000 horas encendida. ¡Pero hay lamparitas que pueden durar 100
mil horas encendidas! Pero esas no, no se pueden hacer; porque el problema es
el mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que sostener una civilización
del “úselo y tírelo”, y así estamos en un círculo vicioso.
Estos son problemas de carácter político. Nos están indicando que es hora de
empezar a luchar por otra cultura. No se trata de plantearnos el volver a la
época del hombre de las cavernas, ni de tener un “monumento al atraso”. Pero no
podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el mercado, sino que tenemos
que gobernar al mercado.
Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que tenemos es
de carácter político. Los viejos pensadores –Epicúreo, Séneca y también los
Aymaras- definían: “pobre no es el que tiene poco sino el que necesita
infinitamente mucho”. Y desea más y más.
Esta es una clave de carácter cultural.
Entonces, voy a saludar el esfuerzo y
los acuerdos que se hagan. Y lo voy acompañar, como gobernante. Sé que algunas
cosas de las que estoy diciendo "rechinan". Pero tenemos que darnos
cuenta de que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente no es la
causa. La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo que
tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.
Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos naturales para vivir.
En mi país hay poco más de 3 millones de habitantes. Pero hay unos 13 millones
de vacas, de las mejores del mundo. Y unos 8 o 10 millones de estupendas
ovejas. Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una
penillanura y casi el 90% de su territorio es aprovechable.
Mis compañeros trabajadores, lucharon mucho por las 8 horas de trabajo. Y ahora están
consiguiendo las 6 horas. Pero el que
tiene 6 horas, se consigue dos trabajos; por lo tanto,
trabaja más que antes. ¿Por qué? Porque
tiene que pagar una cantidad de cosas:
la moto, el auto, cuotas y cuotas y cuando se quiere acordar, es un viejo al que se le fue la vida.
Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana?
Estas cosas que digo son muy
elementales: el desarrollo no
puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor a la
tierra, del cuidado a los
hijos, junto a los amigos. Y tener, sí, lo elemental. Precisamente, porque es
el tesoro más importante que tenemos.
Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer
elemento del medio ambiente se llama felicidad humana."
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